Maika vive con su marido y sus dos hijos en una antigua oficina bancaria de la Caixa Catalunya en la calle Mare de Déu de Port. El despacho del director es hoy la habitación de matrimonio. Su hijo pequeño solo ha visto esa casa desde que nació. Viven solo en una parte de la sucursal, ya que en la otra hay una plaga de chinches que no les deja dormir y en el sótano las ratas les muerden los zapatos.
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